Pan Para el Camino

7/1/20252 min read

Lunes de la XIII semana del Tiempo ordinario

Junio 30, 2025

Evangelio

Mateo 8, 18-22

En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.


En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”.


Otro discípulo le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”

Reflexión

Cuenta una antigua tradición que San Francisco de Asís, al escuchar un evangelio parecido a este, donde Jesús manda a sus discípulos salir sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, se quitó inmediatamente todo lo que llevaba encima y exclamó: “¡Esto es lo que quiero! ¡Esto es lo que busco!”. A partir de ese momento, su vida se transformó en una radical imitación de Cristo pobre, itinerante, libre de toda atadura, incluso de su familia y de su prestigio burgués.

Como Jesús, Francisco no tenía dónde reclinar la cabeza, pero tenía claro su propósito: seguir a Cristo desnudo, sin reservas. Y ese abandono radical no lo volvió un marginal ni un derrotado, sino un hombre libre, lleno de alegría y de fuego interior, que sigue conmoviendo al mundo siglos después.

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en un momento de decisión: al ver que las multitudes lo rodeaban, ordena pasar a la otra orilla. Esta acción simboliza un cambio de etapa, una llamada a profundizar, a dejar la comodidad de las masas y entrar en la lógica exigente del seguimiento.

Entonces dos personajes se acercan con la intención de seguirlo. El primero es un escriba, le promete: “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”. A primera vista, suena como una expresión de entrega total. Pero Jesús responde con una advertencia que va directo al corazón: “El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Le dice, en otras palabras: “Sígueme, pero sé consciente de lo que implica”. Jesús no promete comodidad, seguridad ni prestigio. Promete caminar con Él por un sendero de desinstalación y desapego.

El segundo es un discípulo, que pide permiso para ir primero a enterrar a su padre. Jesús responde con una frase tajante: “Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”. No se trata de desprecio por la familia ni por las obligaciones humanas, sino de una urgencia radical del Reino. El llamado de Dios está por encima incluso de los compromisos más nobles si estos impiden responder con prontitud.

En ambos casos, el seguimiento de Cristo no admite condiciones ni postergaciones. Jesús no busca seguidores entusiastas pero indecisos, sino discípulos dispuestos a entregarlo todo, incluso el derecho a decidir cuándo y cómo.

Oración

Señor Jesús,
a veces te sigo de palabra,
pero me resisto cuando me pides que suelte
lo que me da seguridad:
mis planes, mis bienes, mis afectos, mis miedos.

Enséñame a seguirte como Tú quieres,
no como yo deseo o imagino.
Dame libertad interior,
coraje para no posponer tu llamado,
y humildad para no excusarme con pretextos piadosos.

Que no busque la comodidad de estar cerca de Ti,
sino la fidelidad de caminar Contigo,
aunque no tenga dónde reclinar la cabeza.

Amén.

Propósito diario

Hoy identifica una zona de comodidad o seguridad excesiva en tu vida que puede estar obstaculizando tu seguimiento de Jesús. Haz un gesto concreto de desprendimiento interior o exterior, como una renuncia voluntaria a algo superfluo, una donación silenciosa, o una acción que posponías por temor o apegos. Así dirás con hechos: “Señor, te seguiré a donde vayas”.